Comienza el profesionalismo La tercera escisión del fútbol argentino, producida en 1931, desembocó en la declaración del profesionalismo, una necesidad largamente demorada, ya que no era admisible que los futbolistas no percibieran remuneraciones siendo los protagonistas de los espectáculos a los que cada vez asistían menos espectadores. A partir de entonces, los campeonatos tuvieron una mejor organización, pero aumentaron los intereses y la inmoralidad. Además, se siguió manifestando una gran intolerancia con los fallos de los árbitros, frecuentemente protestados por el público, los jugadores y, lo que era peor, por los propios dirigentes, quienes olvidaban que deberían dar el ejemplo de acatamiento a la ley. La escisión motivó que la nueva Liga Argentina de Fútbol quedara desafiliada de la FIFA, lo que permitió a varias instituciones traer jugadores de otros países (especialmente de Montevideo, Uruguay) sin los correspondientes pases. El certamen tuvo en general un desarrollo favorable a Boca Juniors que, sin demostrar cualidades excepcionales, fue un merecido campeón. Lo más destacable del primer campeonato profesional fue el extraordinario desempeño de la delantera de Estudiantes de La Plata, modelo de habilidad y eficacia, como que convirtió 104 goles. El pago de 10.000 pesos por Carlos Peucelle, futbolista de Sportivo Buenos Aires por parte de River Plate, fue el primer gran precio del nuevo ciclo. Y precursor de lo que la misma entidad invertiría en 1932.